El puente de Torquemada, uno de los más grandes de los que se pueden admirar dentro de la Comunidad de Castilla y León, está conformado por veinticinco ojos o arcos, que comunican la villa de Torquemada con la margen izquierda del río Pisuerga. Aunque gran parte de la mejor fábrica original de este puente se sabe que fue construida entre los años 1583 y 1586 por los maestros canteros Diego Gómez de Sisniega y su hijo Garcia de Sisniega. Se cree que con anterioridad al mismo ya existía otro u otros dos, que en gran parte serían de madera.

De lo que hoy se puede ver del puente, gran parte son obras de rehabilitación y mejora realizadas durante los siglos XVII y XVIII, incluida la ampliación de sus primitivos veintidós ojos a veinticinco.

A parte de la monumentalidad del puente, éste ha tenido una gran importancia histórica para las comunicaciones de esta parte de España y ha sido descrito por los historiadores como “paso obligado de la carretería que iba a Bilbao, y Vitoria, y frecuentado de embajadores, personas de primera distinción y todo género de carruajes”. Hecho por el cual queda constancia histórica del paso de diversos personajes históricos como el Emperador Carlos V, que visitó Torquemada en varias ocasiones incluido su último viaje con destino a Yuste para su retiro, o la llegada a Torquemada de su madre Juana I de Castilla “La Loca” en 1506, con la comitiva fúnebre que transportaba los restos mortales de su marido Felipe I “El Hermoso”.

En este puente la noche del 6 de junio de 1808 los torquemadinos se enfrentaron al general francés Lasalle, que al frente de cuatro batallones de infantería y caballería pretendía llegar a Valladolid. Los vecinos de Torquemada cortaron con barricadas el puente y haciéndose fuertes en la iglesia de Santa Eulalia se aprestaron para oponerse al ejército invasor. Pese a la buena disposición de los vecinos de Torquemada, el potente y bien pertrechado ejército francés consiguió atravesar el puente, ejerciendo una desmedida represalia contra el pueblo, pues mataron a cuantos encontraron en su camino y prendieron fuego a varios edificios del mismo, incluida la iglesia. Seis años después, en 1814 y cuando estos mismos ejércitos se retiraban derrotados de España, volvieron a encontrarse con el puente de Torquemada, el cual cruzaron y luego dañaron para así evitar ser perseguidos y acosados.